El tema de este episodio es ya un viejo conocido que sigue sin tener visos de solucionarse a corto plazo. Se trata de la falta de reemplazo en el trabajo del campo y de la pesca.

El escaso atractivo de iniciarse en la actividad agraria o pesquera por parte de las nuevas generaciones está dejando un reguero de destrucción de explotaciones agrarias y actividades vinculadas a la pesca. La falta de relevo generacional en estos sectores pone también en peligro la gestión y la conservación de nuestros ecosistemas agrarios y pesqueros y la producción de alimentos de calidad y de proximidad, afectando de lleno a nuestra soberanía alimentaria.

Reflexionamos sobre las claves que explican por qué el trabajo en el campo y en el mar no resulta atractivo y sus posibles soluciones con:

  • Manuel González de Molina, socio fundador de Alimenta y catedrático de la Universidad Pablo de Olavide donde dirige el Laboratorio de Historia de los Agroecosistemas, especialista en sistemas agroalimentarios sustentables y políticas públicas.
  • Sebastián Villasante, socio fundador de Alimentta y profesor en la Universidad de Santiago de Compostela, donde dirige el panel de expertos EqualSEAlab, y especialista en sostenibilidad de los océanos y de los sistemas marinos.
  • Modera: María Ramos, socia fundadora de Alimentta e investigadora en Cicytex.

María Ramos: El tema que hoy nos ocupa es ya un viejo conocido que sigue sin tener visos de solucionarse a corto plazo. Se trata de la falta de reemplazo en el trabajo del campo y de la pesca. El escaso atractivo de iniciarse en la actividad agraria o pesquera por parte de las nuevas generaciones está dejando un reguero de destrucción de explotaciones agrarias y actividades vinculadas a la pesca. La falta de relevo en estos sectores pone también en peligro la gestión y la conservación de nuestros ecosistemas agrarios y pesqueros y la producción de alimentos de calidad y de proximidad, afectando de lleno a nuestra soberanía alimentaria. Las claves de por qué el trabajo en estos sectores no resulta atractivo las vamos a develar con la presencia de dos invitados.

En este capítulo queremos hablar de relevo generacional en el campo y en el mar con Manuel González de Molina y Sebastián Villasante. Ambos son compañeros socios de Alimenta y en el caso de Manuel es catedrático de la Universidad Pablo de Olavide y es especialista, entre otras cosas, en sistemas agroalimentarios sustentables y políticas públicas; además, dirige el Laboratorio de Historia de los Agroecosistemas. Y Sebastián es profesor en la Universidad de Santiago de Compostela, dirige el panel de expertos EqualSEAlab y además es especialista en sostenibilidad de los océanos y de los sistemas marinos.

Bueno Sebastián, empiezo contigo porque quizá el sector pesquero es más desconocido para el público en general en cuanto a esta problemática. Ilústranos sobre cuáles son los problemas que tiene el sector pesquero en España y cómo están impactando en particular en la falta de relevo generacional.

Sebastián Villasante: Bueno, es una muy buena pregunta, María. En principio por contextualizar un poco rápidamente, diría que en general el relevo generacional en la pesca artesanal y en la pesca industrial es una problemática generalizada en los últimos, diría dos décadas seguramente. Posiblemente mucho más agravado en el caso de la pesca artesanal, pero en cualquier caso hay síntomas que son bastante recurrentes en ambos casos. En primer lugar hay una elevada edad de la población, de los tripulantes, hay bajos salarios que no terminan de resultar del todo atractivos para que las nuevas generaciones puedan dedicarse a este trabajo del mar, que por otra parte tiene un elevado riesgo de siniestralidad en el mar, especialmente fuera de nuestras costas, y también existe una problemática que venimos arrastrando en España, como decía hace por lo menos dos décadas, que hay una incertidumbre bastante importante respecto al apoyo institucional por parte de las diferentes administraciones.

Si uno se remonta a 1986, cuando España entra en la Comunidad Económica Europea, la pesca fue una moneda de cambio para que se negocie la entrada de España en la Unión Europea y a partir de ahí no solamente es un elemento coyuntural, sino, en mi opinión creo que sintomático, de cómo se ha tratado la pesca artesanal en España en las últimas décadas, pero también era a nivel europeo, porque no tuvo, ni siquiera hasta ahora, más de 35 años después de la creación de la Política Pesquera Comunitaria, no tenemos en España, ni en Europa, un régimen específico que regule la pesca artesanal y esto, evidentemente, bueno crea disfuncionalidades, falta de apoyo al sector y por otra parte también una escasa capacidad de representación por parte del sector, porque no tiene canales donde visibilizar su voz y sus demandas. Hay algunas señales, pero muy tenues en mi opinión todavía, por parte por ejemplo de FAO, de Naciones Unidas, en donde aprobó la guía voluntaria para el desarrollo de la pesca artesanal y más recientemente el informe de las capturas ocultas por parte de la pesca artesanal a nivel mundial, en donde entre otras cosas se pone en relieve que hay en torno a casi 600 millones de personas que se dedican a esta actividad de la pesca artesanal.

MR: Manuel, en el caso del campo, del agro, la falta de relevo generacional y la destrucción de explotaciones agrarias familiares van bastante de la mano. Cuéntanos cómo es la tendencia en estos momentos de este empleo y sobre todo las expectativas de relevo pues en la actividad agrícola y ganadera para los próximos años.

Manuel González de Molina: Bueno, yo creo que coincido con Sebastián en que este es un tema clave. Justamente podríamos decir que la situación en el mundo rural español tiene como principal problema la falta de personas que sean capaces de estar al frente de las explotaciones agrarias. Este es el gran problema. Porque el grado de envejecimiento de los titulares de explotación es muy alto. Una parte muy sustancial, más de la tercera parte de los titulares de explotación tienen más de 65 años e incluso yo creo que estos datos están infravalorados por una cuestión meramente administrativa y bueno… efectivamente hoy tenemos un problema de relevo generacional bastante serio que amenaza desde mi punto de vista el modelo de agricultura que ha sido característico de nuestro país. Y esto se debe, fundamentalmente, al hecho de que exista un proceso de destrucción que podríamos decir masiva de explotaciones agrarias, especialmente de las explotaciones familiares, efectivamente. Entre los años 60 y la actualidad, podríamos decir que casi dos terceras partes de las explotaciones han desaparecido y si las tomamos como las explotaciones pequeñas llegaremos a la conclusión de que entre 1987 y 2016 han desaparecido más de un millón de explotaciones, nada más y nada menos, lo cual significa que desde el punto de vista del empleo también ha habido un descenso considerable del empleo que proporciona el sector desde los más de cuatro millones de individuos que al comienzo de los 60 se empleaban en el campo hasta la actualidad donde están un poco más de 700.000.

¿Pero a qué se debe esta falta de relevo generacional? Porque esto no sucede en otros sectores de la economía. Pues se debe fundamentalmente a dos razones de carácter estructural que haría falta resolver. La primera es que en el medio rural hay procesos de desinversión o de falta de inversión, una diferencia bastante importante respecto a las ciudades de servicios públicos, de infraestructuras, etcétera, etcétera, que hacen que la vida en los pueblos, nuestro medio rural, sea una vida que tiene evidentemente muchos aspectos positivos, pero también los tiene negativos, sobre todo en acceso a la salud, a la educación y a otro tipo de servicios públicos. La segunda causa se explica por la falta de rentabilidad del sector agrario. Efectivamente, la actividad agraria hace ya bastante tiempo que dejó de ser rentable. Si uno toma las macromagnitudes del sector agrario, las cuentas del sector agrario desde 1960 hasta la actualidad, puede constatar fácilmente que la actividad agraria ha perdido valor en términos reales, aproximadamente un 20%, en tanto que, durante todo ese tiempo, el gasto medio de las familias, es decir, lo que habitualmente una familia media española suele gastar, se ha multiplicado por tres. Quiere decir que la renta media que perciben los agricultores no cubre, evidentemente, esa subida de, digamos, del estándar de vida que ha habido en los hogares españoles. En consecuencia, nadie quiere que sus hijos se queden en la actividad agraria porque no proporciona la seguridad económica suficiente para su futuro. En consecuencia, lo que hacen es que proporcionan a los hijos acreditaciones, ya sea de títulos universitarios o no universitarios o algún tipo de empleo, básicamente en otro tipo de actividades que le garanticen justamente ese futuro.

MR: Sebastián, una vez conocidas las causas de la falta de relevo generacional en la pesca, ¿cuáles podrían ser las posibles acciones a llevar a cabo para mejorar la situación?

SV: Bueno, yo creo que hay varias líneas de actuación. Una de ellas es si uno incide un poco en la importancia de mantener las unidades productivas de la pesca artesanal, por ejemplo, esa puede ser una línea de actuación relevante. ¿Por qué? Bueno, básicamente porque si uno observa los datos oficiales de Eurostat y analiza desde 1995 hasta la actualidad cómo ha descendido el número de unidades productivas de la pesca artesanal, es más de un 50% en ese periodo. Mientras que la potencia de las embarcaciones, es decir, la capacidad de pesca que tienen las embarcaciones también se ha reducido en torno a casi un 90%. Y eso, en todo caso, también contrasta, en el caso nuestro de España, con la evolución de los segmentos de flota más más grandes, sucede todo lo contrario. En aquellas embarcaciones que tienen mayor capacidad pesquera y mayor tonelaje, de 2.000 TRB, aumentan en un 50% en ambos casos, tanto en el número de embarcaciones como en la capacidad de las embarcaciones, en la tecnología de la que disponen. Eso da una muy buena idea respecto de cuál ha sido bien, de manera explícita o implícita, por parte de la Comisión Europea, cuál ha sido no la intención, pero sí la performance, los resultados reales por parte de la Política Pesquera Común, en cuál ha sido realmente la apuesta de los sistemas productivos.

Y en aras a intentar revertir esa situación, creo que podríamos incidir en varios aspectos. En primer lugar, incidir sobre todo en lo que es la pesca de pequeña escala, de cercanía, de productores y de productos locales. Que tienen, sobre todo, un bajo impacto ambiental en los ecosistemas. Pero también tienen otro doble beneficio que tiene que ver con un mayor valor nutricional y también un mayor efecto social en la fijación de territorio y en las comunidades costeras, que permiten a la vez continuar con la actividad pesquera, transmisión de conocimiento de generación en generación y también un mantenimiento de la cultura marítima a lo largo del tiempo. Solo por poner un ejemplo, recientemente se ha analizado cuál es el valor nutricional de más de 3.000 especies que los seres humanos consumimos en el planeta, terrestres o marinas, y las 10 primeras proceden de los océanos y de las cuales las tres primeras son todas pequeños pelágicos, esto significa son especies que proceden de las costas en general, como la caballa, el arenque, el jurel o la sardina, todas estas, como todos sabemos, presentes en nuestra costa en España. Esa podría ser una incidencia. La segunda incidencia también, que esto tenga que ver con el consumo de pescado de cercanía, de temporada, fresco… Estamos asistiendo últimamente a una caída del consumo de pescado en fresco en toda España, por múltiples razones, pero no así con el caso del pescado congelado, donde la caída al consumo es relativamente menor si lo comparamos con el pescado fresco. Entonces, incidir en sistemas productivos de cercanía, de productos locales, de producción local, que tengan un buen estado de conservación como gran parte de los recursos costeros de los que disponemos en nuestras costas, creo que puede ser un algo muy significativo. La otra cuestión creo que debería el sector, el sector, cuando digo sector me refiero también a los científicos, a la administración, ONG y sociedad civil, bueno, intentar generar un espacio en donde se aumente la capacidad de incidencia en aquellos sitios en donde se están tomando decisiones, como pueden ser fundamentalmente en el caso de la pesca en Bruselas, que son competencia exclusiva por parte de la Política Pesquera Comunitaria. Y también visibilizar y dar a conocer mucho más los casos de la pesca artesanal, por ejemplo, de estos sistemas productivos locales de bajo impacto y de cercanía, que han tenido y tienen bastante éxito. Solo por poner un ejemplo, los sistemas de cogestión, en donde hay una gestión participativa de abajo hacia arriba en España, los múltiples ejemplos que pueden ser el creación de la reserva de Lira en Coruña, después de la catástrofe del Prestige en el 2002, eso creó un área protegida propuesta por los pescadores y que es un ejemplo de gestión de comanejo, de una mayor confianza y consolidación de los derechos de pesca y una mejora de los stocks y de los recursos pesqueros a lo largo del tiempo. ¿Por qué comento este pequeño ejemplo? Bueno, porque a partir de un pequeño ejemplo, eso incidió también en un sistema de comanejo que ilustró y que sirvió de inspiración a la pesquería del sonso, en Cataluña, por ejemplo, que hoy está considerada en Europa una de las mejor gestionadas a nivel europeo. Estos dos ejemplos se retroalimentaron mutuamente y también fueron capaces de inspirar otras iniciativas, por ejemplo, en Andalucía, en Canarias, pero también, mucho más recientemente, la creación de una red iberoamericana de pesca artesanal, donde hay en torno a 20 millones de pescadores de múltiples países de América Latina, pero también, lógicamente, de España y de Portugal. Y, por último, también creo que podría ser relevante para una mayor incidencia en espacios de toma de decisiones, que se generen alianzas con otros sistemas productivos, como, por ejemplo, los sistemas agrícolas, en donde creo que ambos sectores podrían mutuamente beneficiarse y tener una mayor capacidad de influencia a corto plazo. Por lo cual, resumiendo, una incidencia mayor de la pesca de cercanía, un mayor consumo de pescado local, de temporada y fresco y en buen estado de conservación de los stocks; una mayor capacidad de incidencia del sector, a partir de ejemplos que ya sabemos que son promisorios, como el caso de la cogestión; y también una estrategia de alianzas con otros sectores productivos, como la agricultura. Creo que esos cuatro puntos pueden ser unos muy importantes puntos de apoyo para generar un cambio respecto a las tendencias que estuvimos experimentando hasta ahora.

MG: Manuel, en el caso de los sistemas agrarios, ¿cómo ves tú las posibles acciones de calado, tanto político como incluso de acción social, que se podrían plantear en el corto plazo?

MG: Bueno, yo creo que lo primero y fundamental sería parar la sangría continua de pérdida de explotaciones agrarias que estamos experimentando, especialmente de las explotaciones familiares. De hecho, esta es una tendencia que se observa en el conjunto de la Unión Europea y que las perspectivas son bastante negativas. Se habla incluso de que si no se pone coto a esta pérdida, el 60% de las explotaciones agrarias europeas van a desaparecer en el horizonte de 2040, con lo que eso va a significar de despoblamiento y de pérdida de la calidad de los servicios agroambientales o agroecológicos. Claro, esto es un elemento que está relacionado directamente con las políticas agrarias que se están aplicando. La Comisión Europea, y buena parte de los gobiernos europeos, independientemente de su color político, vienen practicando una política económica en el sector agrario, que se llama del ajuste duro. Piensan que en el sector agrario hay demasiada gente y deberían de producirse los mismos alimentos con mucha menos mano de obra. Yo no coincido con esto, me parece que es una visión estrictamente productivista de la actividad agraria que descuida aspectos muy relevantes, como lo que decía antes, la prestación de servicios ecosistémicos, que dependen directamente del manejo que los productores hagan de su medioambiente. Muy buena parte de esos manejos no suelen estar retribuidos y, en consecuencia, la falta de renta suficiente, incluso el propio relevo generacional, es decir, el que no haya nadie que vaya a heredar la finca, está deteriorando la calidad de los servicios. Esto lo hemos podido constatar en algunos estudios que hemos hecho recientemente donde efectivamente la caída de la renta agraria está incidiendo de una forma negativa en la prestación de servicios ambientales que son básicos para el sostenimiento de la vida, incluso en las ciudades. ¿Qué se podría hacer al respecto? Pues, evidentemente, variar la política, variar claramente el objetivo. No puede ser que sigamos perdiendo este tipo de explotaciones agrarias. Y eso requiere, desde mi punto de vista, dos tipos de acciones fundamentales. Una es la inversión, sobre todo en servicios públicos en el medio rural. Yo creo que esto se puede hacer sin una enorme inversión, se puede hacer con eficacia. Y esto implicaría asegurar servicios básicos como sanidad y educación, pero también movilidad, que es uno de los grandes problemas que tiene el medio rural. Pero la causa fundamental que está detrás de todo esto y que hay que acometer es la pérdida de rentabilidad, como he dicho antes. Y, en consecuencia, esto solo se puede abordar elevando la renta. ¿Y cómo se puede elevar la renta? Aquí hay muchas vías, evidentemente, elevando los precios percibidos por los agricultores, estabilizando mecanismos de mercado que puedan moderar el papel preponderante que tiene la gran distribución y las empresas de insumos en los resultados económicos del sector agrario. Pero hay una medida, desde mi punto de vista, que está recogida en la legislación y que no implicaría una gran transformación jurídica del marco regulatorio del conjunto de la Unión Europea, que sería la retribución de los servicios ecosistémicos. Esto permitiría justamente que se prestasen con una mayor calidad en la medida en que los productores, y especialmente familiares, fueran recibiendo por esa tarea, una renta mínima que les permitiera complementar la que, por mecanismos de mercado y por la venta de sus productos, no consiguen recibir. Contrarrestar la pérdida de rentabilidad del sector sería el elemento clave para desarrollar políticas públicas que actuasen como contrapeso a esta tendencia infernal que nos está condenando a prácticamente la desaparición de la agricultura familiar.

MR: Bueno, pues muchísimas gracias a ambos por visibilizar esta problemática que a veces está tan oculta, pero que es tan importante para garantizar la producción de alimentos saludables, sostenibles y locales en el corto plazo, porque el problema lo tenemos ya aquí.

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