Un equipo multidisciplinar del Instituto Español de Oceanografía (IEO), la Universitat de les Illes Balears (UIB), el Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA) y School of Natural and Environmental Sciences, de la Universidad de Newcastle, ha publicado una nueva investigación que argumenta que alejarse del metabolismo socioeconómico del capitalismo basado en el crecimiento es necesario y esencial para una conservación adecuada y eficaz de la biodiversidad. En definitiva, que es hora de trascender el capitalismo y encontrar otras formas de organización y desarrollo social que sean ecológica y socialmente más saludables.
El artículo, publicado en la revista Conservation Biology, establece un diálogo entre diferentes ramas del conocimiento vinculadas con el análisis de la relación entre la sociedad y la naturaleza, particularmente de la biología, la economía y la geografía. Es precisamente ese diálogo lo que permite superar algunas barreras del conocimiento y abrir paso a un análisis crítico y más amplio de los procesos estudiados –la pérdida de la biodiversidad y sus causas–, así como las contradicciones sobre las cuales se construye la agenda política para la conservación de la biodiversidad.
El crecimiento económico ilimitado, necesario para sostener las sociedades capitalistas actuales, requiere un consumo continuo y cada vez mayor de materiales y energía. Para cubrir estas exigencias materiales y energéticas se ha transformado profundamente una parte importante del planeta, con las consiguientes consecuencias negativas para la biodiversidad. La expansión de la agricultura intensiva, la silvicultura, la pesca, la acuicultura, la industria, la urbanización y el transporte motorizado son solo algunas de las actividades económicas que están alterando los ecosistemas terrestres, acuícolas y marinos, lo que ha derivado, entre otros, en la pandemia de la COVID-19. Así, la raíz del estallido de la pandemia se encuentra en la creciente perturbación de la biodiversidad.
Tras resumir los principales resultados de los trabajos existentes en torno a las contradicciones entre crecimiento y conservación de la biodiversidad, el artículo lanza un mensaje importante: uno de los principales desafíos a los que se enfrenta la sociedad en el siglo XXI es la necesidad de reconvertir el sistema socioeconómico actual para alejarlo de las lógicas del beneficio y el crecimiento. Tras décadas de defensa de la compatibilidad entre conservación y crecimiento, las evidencias científicas apuntan hacia una auténtica emergencia de la biodiversidad. Así, el trabajo concluye que el capitalismo no es compatible con la protección de la biodiversidad y que los programas actuales de conservación orientados al crecimiento son altamente ineficaces, puesto que el crecimiento se encuentra precisamente en la raíz del colapso biológico.
Los autores, entre los que se encuentra Joan Moranta del IEO, uno de los socios fundadores de Alimentta, apuntan que se puede garantizar una mejor conservación y preservación de la biodiversidad a través de una estrategia global de decrecimiento sostenible encaminada a reducir el deterioro de la base de recursos planetarios y la consiguiente degradación ambiental planetaria. Estos objetivos pueden lograrse promoviendo actividades socialmente responsables y respetuosas con el medioambiente, eliminando o reduciendo las perjudiciales y promoviendo nuevos objetivos de prosperidad sostenible sin crecimiento.
Desarrollar una transición energética justa, disminuir la generación de residuos mediante el rediseño de los procesos de producción para facilitar la reutilización y el reciclaje de los componentes de los productos, prohibir la obsolescencia programada, promocionar la agroecología o promover los servicios de cuidado, salud y educación son solo algunas de las muchas actividades que podrían promoverse bajo una estrategia global de decrecimiento sostenible. La estrategia de decrecimiento sostenible detendría efectivamente la pérdida de biodiversidad y restauraría las condiciones ecológicas del planeta, al tiempo que mejoraría el bienestar humano. El decrecimiento sostenible permitiría también adaptarse mejor al futuro que se avecina, caracterizado por una menor disponibilidad de recursos y crecientes conflictos sociales.