La principal causa del cambio climático es el uso de combustibles fósiles, principalmente en la generación de energía, el transporte y la industria, actividades cuyas emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) se han disparado en las últimas décadas, asociadas al crecimiento de la población y de sus niveles de consumo material.
La preocupación de la sociedad por el cambio climático, en consonancia con el agravamiento del problema, ha puesto el foco en la alimentación como otra importante causa del calentamiento global.
En un estudio publicado este año, se estimó que el sistema agroalimentario representa en torno a una tercera parte de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel global, lo que coloca a la alimentación como la actividad humana que tiene un mayor impacto sobre el clima.
Hay que tener en cuenta que el sistema agroalimentario es transversal, ya que en él están implicados procesos de todos los sectores de la economía. A continuación se describen de manera simplificada los principales sectores y procesos implicados:
— Uso de la tierra
- Producción agraria (cultivos y ganadería) donde predomina la emisión de metano (por los animales, su estiércol y los arrozales) y el óxido nitroso (emitido principalmente por el suelo, derivado de la fertilización).
- Cambios de usos del suelo. Emisiones derivadas de la deforestación, principalmente de dióxido de carbono. La mayor parte de la deforestación está provocada por la expansión de cultivos y pastizales en zonas tropicales.
— Energía (mayoritariamente dióxido de carbono de origen fósil)
- Industria. Incluye tanto la energía usada en la producción de insumos y materiales (como fertilizantes y pesticidas, y plásticos agrícolas o para el envasado), como en el procesamiento de los alimentos. Además, en la industria se generan emisiones no relacionadas con la energía, como el óxido nitroso emitido en algunos procesos y los gases fluorados emitidos en la refrigeración.
- Transporte. Incluye la energía utilizada en el transporte de todas las mercancías relacionadas con la alimentación, desde los insumos a los propios alimentos.
- Otros usos de la energía en todas las fases de la cadena agroalimentaria, desde la electricidad usada en el riego y el gasoil usado por la maquinaria, hasta la energía del procesamiento, distribución, conservación y preparación de los alimentos.
— Gestión de residuos (sobre todo el metano emitido en los vertederos y aguas fecales).
El porcentaje que representa el sistema agroalimentario sobre las emisiones totales de GEI ha ido disminuyendo en las últimas décadas, pero sus emisiones totales han seguido aumentando. En los países industrializados tienen más peso las fases de la cadena agroalimentaria no relacionadas con el uso de la tierra, debido al mayor uso de insumos industriales y al mayor procesamiento y transporte de los alimentos. Por otro lado, en este estudio se contabilizaron las emisiones que ocurren en cada país, que no necesariamente reflejan las emisiones asociadas al consumo de alimentos en ese país, ya que parte de la producción se comercializa internacionalmente.
El caso de España
España cuenta con una abundante literatura científica sobre emisiones de GEI en la agricultura y la alimentación que incluye tanto estudios experimentales en campo como trabajos de modelización a distintas escalas. En un estudio publicado el año pasado por la Real Academia de Ingeniería (RAI), un equipo de investigadores, que incluye miembros de Alimentta, trató de aprovechar este conocimiento, integrándolo con otra información científica y con diversas estadísticas oficiales para cuantificar la evolución de las emisiones de GEI asociadas al conjunto del sistema agroalimentario y a la alimentación desde 1960 a 2010. Para ello se empleó el análisis de ciclo de vida, una metodología robusta y estandarizada que permite calcular los impactos ambientales de un producto o servicio a lo largo de toda su cadena de valor.
Los resultados están en línea con los patrones observados a nivel global, a saber:
- Un crecimiento mucho mayor de las emisiones asociadas a las fases no agrarias de la cadena agroalimentaria, a medida que España se industrializaba y los alimentos de cercanía y comercializados a granel eran sustituidos por otros que recorren largas distancias y se someten a procesamiento y envasado.
- Un gran crecimiento de las emisiones de la ganadería, asociado a los cambios en la dieta hacia patrones de consumo con un alto contenido de productos de origen animal.
- Un peso cada vez mayor de las emisiones asociadas a la producción de piensos, que hoy representan la mitad de las emisiones asociadas a la ganadería española. Gran parte de las emisiones de los piensos tiene lugar fuera de España, en la producción de materias primas importadas, que genera importantes emisiones por deforestación en los países de origen.
- Otra importante fuente de emisiones es el desperdicio de alimentos, que se estima que representa en torno a un tercio de las emisiones del sistema agroalimentario. Esto incluye tanto las emisiones que se generan para producir alimentos que luego son desechados, como las asociadas a la gestión de los residuos.
En conjunto, entre 1960 y 2010, las emisiones asociadas a la alimentación de la población española, descontando las emisiones de los productos exportados y añadiendo las de los productos importados, pasaron de 1,5 a 3,6 toneladas de CO2e per cápita.
Al mismo tiempo, el potencial de mitigación en el sector agroalimentario es enorme, mediante cambios en las prácticas de manejo que contribuyan a reducir las emisiones y a aumentar los sumideros, en combinación con cambios en los patrones de consumo hacia dietas con menos productos de origen animal y que reduzcan el procesamiento y transporte de los alimentos y el desperdicio. Esto implica que la reducción de las emisiones de la alimentación debe ser un elemento central en las políticas de mitigación del cambio climático en nuestro país.
Los resultados de este informe se presentan el lunes 19 de abril a las 18 h en el canal de Youtube de la Real Academia de Ingeniería.