En el sistema alimentario español el atún se consume típicamente en lata, pero ¿sabemos realmente qué es lo que contienen estas latas y su procedencia? Parece una pregunta fácil, pero lo cierto es que ni tras un análisis en profundidad sobre la comercialización de este producto podemos responder con total certeza a esta pregunta.

El atún listado (Katsuwonus pelamis) es la principal especie que se captura, comercializa y consume en lata. Sin embargo, también podemos encontrar atún de aleta amarilla o rabil (Thunnus albacares) y atún patudo (Thunnus obesus) en su composición principal. Estas tres especies se denominan en conjunto túnidos tropicales, ya que su hábitat comprende las zonas tropicales y subtropicales de los océanos Atlántico, Pacífico e Índico, tanto en su etapa adulta como en su etapa larvaria y juvenil.

El atún listado es la especie con mayor volumen de capturas a nivel mundial y la tercera cuando la comparamos con el resto de especies de peces de aleta. Su captura puede realizarse mediante métodos tradicionales como el palangre o pesca con caña y línea, de la que Canarias posee una flota con tradición histórica. No obstante, durante las últimas décadas, la pesca industrial es responsable del mayor porcentaje de captura total para estas especies, utilizando la flota de cerco congeladora (así denominada porque los barcos tienden una red alrededor del cardumen, que cerca los peces, que una vez capturados son congelados para su transporte) y operando en los tres grandes océanos. España cuenta con la mayor flota atunera para túnidos tropicales de Europa. Si tenemos en cuenta que España también es el principal productor de conservas a nivel europeo, y el segundo a nivel mundial, su consumo además de ser una fuente importante de proteínas, también es una fuente clave de ingresos para muchas personas, hogares y empresas ubicadas en España.

En nuestro reciente informe “Tras la huella del atún listado en el sistema alimentario: una especie relevante en el mercado y consumo español”, analizamos la complejidad del viaje del atún listado que se puede resumir en tres pasos: captura, transformación y comercialización.

Trazabilidad del producto: del océano a nuestra mesa

Dibujar cada uno de los pasos del producto que consumimos y adquirimos es fundamental a la hora de realizar una elección de compra responsable con el medioambiente.

Cuando hablamos de atún, estamos englobando a numerosas especies, entre las que se incluyen, además de las mencionadas de túnidos tropicales, otras como las del atún rojo y el atún blanco. Además, puede haber sido capturado mediante diversos artes de pesca, en cualquier parte del mundo y por parte de la flota de múltiples países. Según la regulación europea, el atún que se consume fresco o congelado debe llevar siempre una etiqueta que refleje estos aspectos. Conocer y cumplir la normativa es vital para la trazabilidad del producto. Cuando nos referimos a los productos en conserva, de los que el listado es el rey de los atunes, el etiquetado es bastante confuso ya que la normativa exime de la obligatoriedad de detallar la especie (o especies) que se incluye en la lata, así como de indicar el lugar donde fue pescado, ni de cómo y por parte de quién tuvo lugar la extracción.

Para conseguir un etiquetado que refleje la trazabilidad real de los productos remarcamos que es necesario un esfuerzo coordinado de gobernanza internacional para la gestión sostenible de los atunes tropicales.

Coste ambiental de su consumo

Calcular el impacto ambiental que provocamos a la hora de consumir cualquier tipo de producto no es una tarea fácil. Durante los últimos años, se han potenciado los estudios que utilizan la metodología del análisis del ciclo de vida para cuantificar la utilización de recursos y alteraciones al medio ambiente que se le puede atribuir a un producto en todas las etapas de su vida. Cuando nos referimos a productos que consumimos derivados de la pesca, los estudios se han focalizado en el uso de combustible durante las operaciones que llevan a cabo los buques pesqueros. En la pesquería de túnidos tropicales remarcamos, además, una serie de impactos derivados de las operaciones pesqueras que se resumen en:

  • Sobrepesca.
  • Pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (IUU).
  • Bycatch o capturas de especies o tamaño no objetivos.
  • Pesca fantasma.
  • Basura marina.
  • Amenaza a ecosistemas vulnerables

Dependiendo del arte de pesca y de la flota de pesca que realice las distintas operaciones estos impactos pueden verse mitigados o potenciados. Países que cuentan con una economía desarrollada, como es el caso de España, cuenta con una flota que poco a poco evoluciona hacia una pesca más concienciada con la protección del medioambiente y de las personas consumidoras, con el objetivo de ofrecer un producto de mayor calidad. Los países emergentes, con una economía en pleno desarrollo, presentan una regulación más laxa, dado que la existencia de una gran cantidad de normas haría encarecer el producto que ofrecen.

Además, cuando hablamos del coste ambiental total del consumo de una lata de atún no debemos olvidar el resto de su viaje. El proceso de transformación y distribución del producto final también cuenta con una huella de carbono nada despreciable.

En el cómputo global del impacto ambiental generado debemos tener en cuenta el contexto general y los múltiples pasos intermedios que se encuentran a lo largo de todo el proceso de producción. La falta de transparencia y trazabilidad del producto final dificulta la toma de decisión responsable en cuanto a lo que consumimos.

Importancia del estudio

El estudio publicado cuenta con una gran relevancia dado que analiza el contexto general derivado de todo el proceso de producción. Pone el foco en la complejidad del sistema alimentario de la pesca, sobre todo cuando hablamos de productos que se comercializan principalmente en conserva, como es el caso del atún listado.

El estudio es el resultado de una colaboración entre el centro Oceanográfico de Baleares del Instituto Español de Oceanografía y la Universidad de Santiago de Compostela.