El conocimiento ecológico tradicional (CET)

A través del proyecto Vía Sabia, desde Alimentta hemos llevado a cabo una revisión bibliográfica sobre el estado del conocimiento ecológico tradicional (CET) asociado a comunidades agrarias y pesqueras en el ámbito estatal y su vínculo con los procesos de adaptación al cambio climático de los sistemas agroalimentarios en España.

El conocimiento ecológico tradicional ha mostrado un alto potencial para complementar la ciencia en diversas áreas, como la biología marina, la ecología pesquera y la agroecología. El CET también ofrece enfoques valiosos para la gestión adaptativa de recursos, al centrarse en la flexibilidad y resiliencia frente a perturbaciones ambientales. Involucrar a pescadores, agricultores y ganaderos locales en la toma de decisiones no solo mejora la gobernanza, sino que también ayuda a conservar la biodiversidad local y promueve prácticas sostenibles, como la conservación de variedades tradicionales y la gestión eficiente de los recursos naturales. Estas prácticas podrían ser clave para desarrollar modelos de gestión más resilientes y adaptados a las condiciones específicas de cada territorio.

Sin embargo, una de las conclusiones de esta revisión bibliográfica es la constatación de que, en el ámbito estatal, aún no se han registrado iniciativas o experiencias que busquen realizar un diagnóstico exhaustivo del potencial del CET para informar iniciativas y estrategias de adaptación al cambio climático, y que tengan en cuenta simultáneamente al sector agrario y pesquero. De ello se desprende la importancia y la necesidad de recabar las percepciones y observaciones del sector primario.

En este sentido, el proyecto Vía Sabia, en su objetivo de tender puentes entre saberes para una mejor adaptación al cambio climático de los sistemas agrarios y pesqueros, ha desplegado una serie acciones para un diálogo directo con los actores del sector primario para identificar prioridades de acción y posibles prácticas adaptativas que pueden ponerse en marcha teniendo en cuenta la experiencia que aporta el CET.

Revisión bibliográfica sobre el conocimiento ecológico tradicional

Las principales preguntas que guiaron el análisis fueron: ¿de qué hablamos cuando hablamos de conocimiento ecológico tradicional, cómo se desglosa este término y cuáles son sus manifestaciones?, ¿quiénes lo ostentan?, ¿cómo se está integrando con otros conocimientos en lo referente a materias de adaptación al cambio climático, gestión de recursos o manejo de sistemas agroalimentarios?

En total se consultaron 240 fuentes (entre literatura científica, histórica, literatura gris o producciones divulgativas) que permitieron explorar también los mecanismos de transmisión, deterioro, hibridación y salvaguarda del CET.

Una primera constatación es que, aunque son numerosas las designaciones para referirnos a este tipo de conocimiento (p. ej. saber vernáculo, saber popular, conocimiento tradicional o conocimiento local), existe cierto consenso acerca de sus cualidades, recogidas en la definición de Berkes y colaboradores (2000): «Un cuerpo acumulativo de conocimiento, práctica y creencia, que evoluciona mediante procesos adaptativos y se transmite a través de generaciones por transmisión cultural, sobre la relación de los seres vivos (incluidos los seres humanos) entre sí y con su entorno.»

Por lo tanto, el CET es experiencial y local, y se basa en la interacción directa de las personas con el territorio y sus especies. Es flexible a nueva información, acumulativo y se transmite entre comunidades y generaciones. Su enfoque holístico integra conocimiento, práctica y creencias, combinando naturaleza y cultura en una visión integrada. A diferencia del conocimiento científico, el CET carece de una metodología y terminología estándar, adaptándose al lenguaje de cada comunidad.

Aunque existe una tendencia generalizada a vincular este tipo de conocimiento a comunidades indígenas o a las economías de subsistencia situadas principalmente en el Sur Global, este tipo de conocimientos también está presente dentro de sociedades occidentalizadas, enraizado con más fuerza en zonas rurales, e incluso persistiendo en reductos o bolsas dentro de las ciudades –ya sea en forma de comunidades de migrantes o movimientos asociados a la agroecología o los huertos urbanos. En Europa, la clase social que ha actuado como principal productora y transmisora de CET ha sido el campesinado y las comunidades costeras de pescadores tradicionales.

Las manifestaciones del CET son múltiples y en ocasiones entrelazadas, por lo que puede comprender:

  • Conocimiento de tipo empírico-epistémico. Interpretaciones de una observación propia desde un sistema de creencias específico, como por ejemplo, saber “leer” el clima, entender el rol de un pez determinado en una cadena trófica, conocer cómo el ciclo lunar afecta al crecimiento de algunas especies vegetales.
  • De tipo técnico-productivo. Las herramientas utilizadas para el cultivo de ciertas especies, la elección de materiales, artes y embarcaciones de pesca, la preparación de cosechas o capturas.
  • De carácter organizativo. Cómo se organiza una comunidad y se gestiona o regula la actividad productiva-extractiva.
  • De tipo geográficos-topográficos. Técnicas para conocer, interpretar y transitar el territorio. 

Estos conocimientos han permitido crear paisajes bioculturales: espacios multifuncionales que generan bienes y servicios ambientales, manteniendo la biodiversidad e integridad ecológica de los ecosistemas. Además son fuente de prácticas y saberes que pueden ser útiles para la adaptación al cambio climático y que pueden integrarse y fortalecer a otros sistemas de conocimiento. Por ejemplo, proporcionan a la ciencia datos concretos e inmediatos de una especie o un territorio, datos que además pueden ser inaccesibles para el equipo investigador o que pueden ayudar a aterrizar teorías de carácter más general. 

En definitiva, el conocimiento ecológico tradicional ha mostrado un alto potencial para complementar la ciencia en diversas áreas, como la biología marina, la ecología pesquera y la agroecología. Casos prácticos revelan su aplicabilidad en la conservación de especies, monitoreo de hábitats y la gestión de ecosistemas, siendo especialmente útil en la identificación de patrones locales y cambios ecológicos a largo plazo. Sin embargo, su integración efectiva con la ciencia convencional requiere una validación y un tratamiento sistemático similar al de los datos científicos, además de fomentar un diálogo equitativo entre ambos saberes. Más aún, es necesario hacer frente a algunos de los mecanismos que amenazan al CET: la marginalización de las esferas académicas y políticas, la industrialización de prácticas tradicionales, la globalización de las dietas y la presión de mercados internacionales, la falta de relevo generacional, los estragos de la urbanización y el turismo o la existencia de normativas poco favorables para la agricultura familiar o la pesca artesanal.

Experiencias y testimonios del sector primario

A partir de los resultados de la revisión bibliográfica desplegamos un proceso participativo para identificar y comprender las necesidades de adaptación al climático climático por parte de una variedad de actores entre los cuales agricultores, ganaderos y pescadores jugaron un rol central. El objetivo era complementar los hallazgos de la revisión bibliográfica con información de primera mano.

Durante cuatro meses, el equipo científico del proyecto Vía Sabia se centró en crear un diálogo directo con las comunidades locales, llevando a cabo más de 120 entrevistas a pescadores, agricultores y ganaderos de los cuatro territorios de estudio: Andalucía, Galicia, Cataluña e Islas Baleares.

Estas entrevistas sirvieron para identificar:

  • Discursos y representaciones en torno al cambio climático
  • Efectos del cambio climático observados en el medioambiente y en las actividades productiva y pesquera.
  • Conflictos sociales agravados como consecuencia de las dificultades impuestas por el cambio climático.
  • La (in)adecuación de las normativas y políticas públicas existentes para permitir la adaptación de los sistemas agrarios y pesqueros.
  • Respuestas adaptativas ya implementadas en las comunidades.
  • Demandas concretas hacia la administración pública y el sector científico para poder hacer frente a los escenarios de incertidumbre.

Los testimonios individuales proporcionaron una radiografía de las principales problemáticas del sector primario frente al cambio climático, que contrastamos en una serie de talleres para la valoración colectiva del conocimiento generado y consensuar las problemáticas más acuciantes del sector.

Esta primera ronda de talleres se celebró en noviembre de 2024 en Andalucía, Cataluña, Galicia e Islas Baleares, con la participación del comité científico del proyecto y de personas agricultoras, ganaderas y pescadoras de cada territorio. Estos encuentros fueron clave para priorizar los desafíos más urgentes en cada región, explorar convergencias y divergencias entre los sectores agrario y pesquero sobre cómo perciben y sufren las consecuencias del cambio climático, y empezar a pensar en estrategias conjuntas para hacer frente a escenarios climáticos cambiantes.

Los 10 claves para comprender las necesidades del sector primario son las siguientes.

  1. Estaciones. Las estaciones se han difuminado y/o están desfasadas.  
  2. Eventos meteorológicos impredecibles. Los eventos meteorológicos se han vuelto más impredecibles y extremos. 
  3. Temperatura percibida. Se ha producido un aumento de temperatura en el agua y en el aire.
  4. Cambios fisicoquímicos. Los suelos, el agua, los fondos marinos y las corrientes han cambiado. 
  5. Biología, diversidad y función ecológica. Se han observado cambios a nivel individual y poblacional de algunas especies, así como a nivel ecosistema. 
  6. Productividad. Las tasas de productividad se están viendo afectadas por los cambios en los ecosistemas. 
  7. Innovaciones. Se han modificado las prácticas, estrategias y materiales habituales para responder a los nuevos cambios ambientales.
  8. Conflictos de intereses. El cambio climático agrava las tensiones sociales y económicas que afectan al sector productivo.
  9. Coherencia de políticas públicas. Las normativas nacionales y europeas no favorecen la adaptación de las pequeñas producciones frente a los cambios ambientales por estar desvinculadas de los territorios.
  10. Desarrollo de la economía local. Priorizar el consumo de producto local y de temporada ayudaría a mejorar la autonomía alimentaria de los territorios.

En una siguiente ronda de talleres se trabajará, junto la administración pública, ONG y el sector académico, en la identificación y coideación de soluciones. El objetivo es extraer recomendaciones para integrar el conocimiento ecológico tradicional en líneas de investigación y estrategias regionales de adaptación al cambio climático.