La dieta mediterránea representa un enfoque alimenticio que se complementa con la práctica regular de ejercicio físico y se beneficia del clima característico de los países de la cuenca del mar Mediterráneo, donde el clima, además, favorece una saludable vida social. Este estilo de alimentación conlleva múltiples ventajas para la salud. Su base se encuentra en el aprovechamiento de los ingredientes propios de la agricultura local en estas regiones, y se resume en reducir el consumo de carnes e hidratos de carbono, favoreciendo en su lugar la ingesta de alimentos vegetales y grasas monoinsaturadas. Así, los elementos fundamentales de esta dieta incluyen cereales integrales, verduras, legumbres, frutas, frutos secos, semillas, hierbas y especias, siendo el aceite de oliva la principal fuente de grasas. Esta composición de alimentos se caracteriza por un aporte de fibra, y moléculas antioxidantes, así como unos tipos de grasas que mejoran la circulación sanguínea y mantienen a raya el colesterol. Es por esto por lo que este patrón de alimentación no solo beneficia la salud en general, sino que también disminuye significativamente el riesgo de padecer enfermedades en los diferentes sectores de la población.
En particular, la Dieta Mediterránea puede tener efectos positivos específicos en la salud de las mujeres de todas las edades, sin embargo, un conjunto de estudios ha mostrado determinados beneficios en una etapa muy especial: la menopausia.
La menopausia, marcada por la desaparición permanente de la menstruación debido al agotamiento de la actividad ovárica, se diagnostica después de 12 meses de amenorrea y representa aproximadamente un tercio de la vida de la mujer. A pesar de los síntomas asociados, es crucial entender que la menopausia no es una enfermedad, sino una fase natural del ciclo biológico femenino, como se adelantó anteriormente.
Cuando la menopausia se presenta antes de los 40 años, se clasifica como menopausia prematura, aunque lo común es que ocurra entre los 45 y 55 años. Esta etapa está precedida por el climaterio, un período que abarca de 1 a 2 años antes de la menopausia, durante el cual se experimenta una progresiva reducción en la actividad hormonal. Los síntomas del climaterio se pueden dividir en corto plazo entre los que se encuentras los conocidos sofocos, aunque también problemas de salud mental como ansiedad o depresión. Progresivamente podrían aparecer infecciones urinarias, sequedad en la piel o aumento de peso. Finalmente, a más largo plazo pueden presentarse afecciones más peligrosas como osteoporosis, obesidad y afecciones cardiovasculares y metabólicas. Es fundamental que las mujeres comprendan estos cambios y se preparen para adoptar un enfoque de cuidado integral durante esta fase crucial de sus vidas. La educación sobre la menopausia y el apoyo médico adecuado son esenciales para ayudar a las mujeres a gestionar esta transición de manera saludable y positiva. El patrón de alimentación podría desequilibrar la balanza en uno u otro sentido y aquí es donde entra en juego la Dieta Mediterránea.
Un estudio publicado en la revista científica Menopause reveló que aquellas mujeres con adherencia a la dieta mediterránea experimentaron una notable reducción en los síntomas asociados a la menopausia, como los sofocos, sudores nocturnos, insomnio y sequedad vaginal propios de esta fase vital.
Además, la Dieta Mediterránea ha mostrado resultados positivos en la prevención de enfermedades propias de las mujeres y que, a pesar de que pueden ocurrir a edades más tempranas su frecuencia es mayor en etapas de la vida posteriores.
Por ejemplo, la Dieta Mediterránea se ha asociado con una menor incidencia de diversas formas de cáncer, incluyendo el cáncer de mama, que es el más frecuente en población femenina. Y no sólo eso, un reciente estudio publicado este mismo año y en el que han colaborado investigadores de países como España, Francia, Italia, Noruega, Dinamarca, Suecia, Inglaterra y Estados Unidos, ha mostrado que la adherencia a la Dieta Mediterranea por un tiempo prolongado antes de ser diagnóstica de cáncer podría mejorar la supervivencia, especialmente en mujeres menopáusicas y en casos de cáncer de mama metastásico.
También puede ser un factor preventivo crucial en enfermedades cardiovasculares en mujeres. Investigaciones publicadas en la prestigiosa revista Circulation han demostrado que aquellas mujeres que adoptaron este estilo de alimentación tuvieron un riesgo significativamente menor de desarrollar enfermedades cardiovasculares en comparación con aquellas que no la siguieron. Además, este tipo de dieta se ha asociado con una menor incidencia de diabetes tipo 2 en mujeres.
Además de los beneficios físicos, la dieta mediterránea también puede contribuir significativamente a la salud mental de las mujeres. Un estudio publicado en la revista BMC Medicine encontró que las mujeres que siguieron este patrón alimentario experimentaron una reducción significativa en los síntomas de depresión. Además, se ha observado una menor incidencia de enfermedades neurodegenerativas, como la enfermedad de Alzheimer, en mujeres que siguen este tipo de alimentación.
Los estudios sobre la posible influencia de la dieta mediterránea y la salud reproductiva son escasos y poco concluyentes. Se han explorado problemas como el ovario poliquístico, con resultados controvertidos y tampoco parece tener efectos sobre la dismenorrea (dolor uterino 1 a 3 días antes y durante la menstruación). Sin embargo, algo más esperanzadores podrías ser los indicios reportados sobre su asociación con una mejora en la disfunción sexual y una mayor fertilidad. Por tanto, parece que en este campo deberemos esperar a la aparición de nuevas investigaciones que permitan dar más peso a estos resultados.
Nos parece importante recalcar que en general, se habla de reducir riesgos de aparición de todos estos problemas de salud, no de curarlos una vez establecidos. Por lo que aconsejamos no iniciar una dieta tan saludable como la Dieta Mediterránea “cuando se vaya acercando el momento”, el efecto protector es acumulativo por lo que cuanto antes empieces a comer sano mejor. Y eso sí, una vez que empieces, ¡no dejes esa senda, que vas por buen camino!
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