Manifiesto por una Pesca Sostenible en España

La Estrategia Nacional de Alimentación 2025 plantea algunos retos, desafíos y mecanismos para definir el futuro del sistema alimentario español. En el ámbito de la pesca, Alimentta considera fundamental que las políticas públicas refuercen la pesca sostenible de cercanía y promuevan el consumo de proximidad y de temporada, priorizando la sostenibilidad local de las comunidades costeras.

La pesca sostenible de cercanía representa un modelo clave para garantizar el equilibrio entre actividad pesquera, justicia social y seguridad alimentaria, entendida en su sentido más amplio: garantizar el acceso físico y económico de las personas a alimentos suficientes, seguros y nutritivos, libres de sustancias tóxicas.

La sobreexplotación y la industrialización pesquera amenazan los medios de vida de muchas comunidades costeras, por lo que es urgente redefinir el sistema alimentario basándose en criterios de equidad, conservación y cuidado de los ecosistemas marinos y las personas.

Las mujeres desempeñan un papel esencial y muchas veces invisibilizado en la pesca, participando en tareas de apoyo, transformación y comercialización. Sin embargo, su trabajo ha sido históricamente infravalorado y está marcado por la precariedad y una fuerte segregación ocupacional femenina, especialmente en la industria transformadora. Esta situación compromete su presencia en el sector y dificulta el relevo generacional.

Por eso, desde Alimentta hacemos un llamado a gobiernos, instituciones, organizaciones del sector pesquero y entidades de la sociedad civil a sumarse a la defensa de la pesca sostenible de cercanía como pilar de un sistema alimentario saludable, sostenible y justo.

La forma de pescar que propone la pesca sostenible de cercanía comparte principios con la agroecología y la autonomía alimentaria, entendida no solo como el derecho a definir sistemas alimentarios propios, sino también como un modelo de gobernanza basado en principios de equidad y cogestión comunitaria inclusiva de los recursos. Sin embargo, sus desafíos suelen quedar al margen de los grandes debates políticos y sociales. Por ello, es imprescindible integrar las voces, conocimientos y experiencias de las mujeres y hombres que trabajan en este modelo pesquero en la lucha por la justicia ambiental, social y de género.

Para avanzar en esta dirección, es necesario replantear los hábitos de consumo de productos pesqueros de temporada, promoviendo la diversificación con especies menos explotadas e infravaloradas, para reducir la presión sobre especies vulnerables. Es importante considerar alternativas nutricionales que garanticen el aporte de proteínas vegetales más sostenibles, como las legumbres de producción local y agroecológica, y ácidos grasos omega-3, esenciales para la salud. Semillas, frutos secos y aceites vegetales desempeñan un papel clave en este equilibrio, asegurando una dieta saludable sin depender del pescado.

El modelo pesquero actual enfrenta desafíos significativos en términos de sostenibilidad ambiental y social, tanto en el Atlántico como en el Mediterráneo, donde la inclusión y la igualdad de género deben considerarse parte de la solución.

La pesca de arrastre y la pesca de cerco desempeñan un papel clave en el abastecimiento de alimentos, pero presentan retos que requieren una gestión cuidadosa. En el Mediterráneo, los recientes acuerdos europeos están impulsando una reducción del esfuerzo de la pesca de arrastre para proteger los ecosistemas marinos, lo que genera preocupación sobre su impacto en la viabilidad económica y social, cuando afecta a las comunidades pesqueras locales.

La pesca de cerco presenta un impacto ambiental menor que la de arrastre, al no afectar los fondos marinos y minimizar la captura de especies no objetivo. Sin embargo, enfrenta serios desafíos de sostenibilidad económica y social debido a la concentración de poder en la cadena comercial, la presión sobre los precios en primera venta y los altos costos operativos. Estas dificultades afectan las condiciones laborales y la estabilidad económica, reduciendo el atractivo del sector y dificultando el relevo generacional, lo que pone en riesgo su continuidad y su papel en el suministro de alimentos.

La pesca artesanal y el marisqueo son actividades con raíces históricas que han sustentado a comunidades costeras durante generaciones. De carácter familiar y orientadas a los mercados locales, se basan en la captura diaria de especies que aportan un alto valor nutricional para la alimentación humana. Aunque no existe una única definición aplicable a todas las regiones, se distingue por el uso de artes de pesca tradicionales, su contribución al patrimonio cultural y su rentabilidad económica para muchas comunidades. Sus embarcaciones, generalmente de pequeño tamaño, operan con tripulaciones reducidas, manteniendo una estrecha relación con las dinámicas económicas locales.

El marisqueo tiene su propia idiosincrasia, especialmente en su modalidad de a pie, realizada mayoritariamente por mujeres. Su trabajo contribuye al mantenimiento y conservación de los ecosistemas litorales, especialmente vulnerables a las presiones e impactos derivados de la intensa actividad humana en la costa.

Es fundamental encontrar un equilibrio que garantice la conservación de los recursos marinos locales sin comprometer los medios de vida de quienes dependen de la pesca. La adopción de prácticas más selectivas y de menor impacto ambiental, junto con una cogestión pesquera inclusiva y adaptativa basada en áreas marinas de protección integral y vedas temporales, representa un paso necesario hacia un modelo de pesca sostenible de cercanía que conjugue la resiliencia de los ecosistemas con la estabilidad y equidad socioeconómica del sector.

Promover una pesca sostenible de cercanía, de bajo impacto ambiental y alto valor social, es clave para salvaguardar los ecosistemas marinos y la cultura marinera. Es esencial que la pesca se realice dentro de límites ecológicos seguros para las especies y los hábitats, garantizando al mismo tiempo la justicia y el bienestar social, considerando la perspectiva de género, así como la sostenibilidad económica del sector y de las comunidades pesqueras.

También es clave fomentar estrategias de diversificación que permitan a quienes trabajan en el sector adaptarse a las nuevas condiciones ambientales debidas al cambio climático. Además, se deben establecer mecanismos de financiación para que la modernización del sector pesquero garantice el buen estado de conservación y regeneración de los ecosistemas marinos y el relevo generacional inclusivo, aspectos claves para el mantenimiento de la actividad a largo plazo.

La gestión pesquera debe evolucionar hacia un enfoque de cogobernanza y gestión inclusiva y adaptativa que integre las dimensiones ambiental, social (con énfasis en la perspectiva de género) y económica. La toma de decisiones debe incluir a todas las personas pescadoras, las especialistas en investigación, las comunidades locales y las ONG de conservación, asegurando que las regulaciones sean realistas, flexibles y aplicables a las particularidades de los diferentes artes de pesca, y que tengan como objetivo el bien común.

La integración de herramientas como la pesca basada en derechos comunitarios o el comanejo de los caladeros por parte de las comunidades pesqueras puede favorecer una gestión más efectiva, si se realiza de forma transparente. Un enfoque de gestión inclusiva y adaptativa permitirá ajustar las medidas de conservación en función de la evolución de los ecosistemas y las necesidades socioeconómicas del sector, asegurando que la sostenibilidad no sea un concepto estático, sino un proceso en constante evolución.

Para ello, es esencial orientar a todas las personas involucradas en la pesca y en la cadena de valor hacia un modelo más justo y equitativo. También es necesaria una formación generalizada sobre cogobernanza, cogestión inclusiva y adaptativa, y acción colectiva, promoviendo la participación equitativa de personas del ámbito de la gestión, de quienes trabajan en la pesca y la comercialización, y de las personas consumidoras.

La transformación del sistema alimentario no puede limitarse a la producción: es esencial replantear toda la cadena de valor en su conjunto, llegando hasta los sistemas de mercado y las personas consumidoras para fortalecer un desarrollo local de bajo impacto ambiental, mayor justicia social y beneficio local.

Actualmente, gran parte del pescado consumido en España proviene de los mercados internacionales, mientras que la producción, mayoritariamente generada por la pesca industrial en terceros países, se exporta.

Es urgente fortalecer los circuitos de comercialización local, visibilizando el importante papel de las mujeres en ellos, priorizando productos de pesca sostenible de cercanía y reduciendo la dependencia de importaciones que fomentan la sobreexplotación y una mayor vulnerabilidad de otras regiones del mundo, especialmente en países en vías de desarrollo. Este fortalecimiento también contribuirá a un mayor conocimiento y aprecio de los ecosistemas marinos y los servicios que proporcionan, generando unamayor sensibilización entre las personas consumidoras y sus entornos.

Es clave generar incentivos para la compra pública de productos pesqueros sostenibles de cercanía en comedores escolares, hospitales y otras instituciones, contribuyendo así a la dinamización del sector pesquero local y a la sostenibilidad del sistema alimentario.

La custodia alimentaria es otro pilar fundamental en la lucha contra la pesca ilegal, no reglada y no reglamentada (INDNR), y la degradación de los ecosistemas marinos. Es necesario reforzar los controles sobre la pesca INDNR y fomentar la responsabilidad compartida en la cadena de valor para evitar la comercialización de productos obtenidos de forma ilegal y no sostenible.

Asimismo, se debe garantizar que las pequeñas empresas productoras de la pesca sostenible de cercanía tengan un acceso equitativo a los recursos marinos y a los mercados locales, protegiendo sus derechos y fomentando modelos que refuercen la resiliencia de las comunidades pesqueras. Para ello, es necesario adaptar el sistema de gestión administrativa a las capacidades del sector, incorporando la perspectiva de género y asegurando su eficiencia sin perder el control sobre la sostenibilidad y la trazabilidad de la actividad pesquera.

En esta década de los océanos declarada por Naciones Unidas, la transformación del sistema alimentario de la pesca no puede esperar. 

Proteger y fortalecer la pesca sostenible de cercanía no solo es una cuestión de justicia social, sino también una necesidad ecológica y alimentaria. La transición hacia un modelo de pesca sostenible de cercanía requiere el compromiso de todas las personas involucradas, desde las administraciones hasta la ciudadanía. 

Desde Alimentta, las entidades aliadas, y las personas y entidades adherentes a este manifiesto, instamos a avanzar hacia un futuro del mar donde la pesca sostenible de cercanía continúe siendo el motor de comunidades costeras igualitarias y resilientes, ecosistemas marinos saludables y un sistema alimentario saludable, sostenible y justo.



    Así aparecerá públicamente, los nombres incompletos no se validarán.


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